VÍCTOR JOSÉ STILP PICCOTTE: febrero 2014

PAULINA

Eres luna de mayo en la ciudad cosmopolita,

un convergente río que subraya a los párrafos

en los etéreos lineamientos que tu nombre inscribe;

parágrafos de un universo trascendente, inmenso,

que se desploman al verte, bella niña, inocente,

sobre los torrentes de tú vida, que comienza.

Eres luna de mayo, y un planeta deslumbrante

que desciñe en los años, sus acelerados días,

desafiando a los vientos que llegan en invierno

para que tu madre, cercana y protectora, gire,

entre dianas y glorias, y los ecos de tu llanto,

como la luz de tus ojos, que cae desde el cielo.

Eres luna de mayo, esplendiendo entre los brillos

a los mitos y ritos, de tu esencia en hitos,

como un adjetivo nuevo, diferente, forastero,

silente en los abrazos que te contienen, pura,

libre de las palabras que en el viento fugaron,

y libre en tu sonrisa, que nace lentamente.

Eres luna de mayo, horizonte de los meses heridos

que transcurrieron plenos, como planos latidos,

reiniciando en las voces, otros alegres cantos,

y canciones distantes que alentaron tu sueño

expandiendo tu voz, diminuta voz de navegante,

que resplandece en un universo verde jade.

Eres luna de mayo, tibio remanso en el frío del otoño,

torrente que se refleja en el silencio de tu piel,

desafiando a la tonada que en el naciente emerge,

para envolver tu cuerpo, cordobesa en miradas,

remansos que en septiembre estallaran de euforia

cuando la primavera despierte convertida en sones.

Eres luna de mayo, con canciones de auroras

y de atardeceres cálidos, sosteniendo tu nombre,

blanca estela en montañas desasidas por Hiuco,

mientras sostiene a tu mundo para que no te caigas

como lo hace siempre cuando las mañanas legan

diana y gloria a Paulina, alegre ángel y serafín amado.

Eres luna de mayo en la ciudad cosmopolita,

mientras juegas al juego de la vida que empieza,

observando a quienes te aman, desde siempre,

cuando simplemente soñaron, entre sones batientes,

como un satélite que en creciente se bautiza en oro

para que el cosmos revele la razón de tu existencia.

Víctor José Stilp Piccotte

IGNACIO (NACHO)

En otoño…

Cuando tornan las historias en las hojas,
reducidas de amarillos para volar en las calles.

Surgió la tuya en proclama, como los idus de marzo;
Transformando en invariantes tu grácil cuerpo despierto.

Sucedió como sucede, como el árbol siempre enhiesto,
semejándose en el aire como un cometa perdido,
que entre céfiros y lluvia, emerge altivo y presente…

(En cada luna de marzo, cuando fenece el verano)

Fue en otoño, dulce encanto, cuando tu voz en las ramas,
se encaramó cual petate entre perfiles amados.

Y comenzamos, nosotros, a soñar tu vida amada;
Convirtiéndonos en sones de tus sueños, insoñados.

Una promesa alabada en el vientre de tu madre,
y una compleja oratoria cual quimera de tu padre.

Inocente de las fábulas que la vida ha pergeñado,
sobre tendales y esteros, cobijados por las manos,
de quienes sólo anhelamos, verte feliz… Ser Humano.

Fue en otoño, plena luz…

Cuando abriste los canales, de tus ojos a la vida.

Descubriendo mis palabras y derramando tus hojas.

Valorizando en mi mente la importancia de tu llanto,
y tu canto peregrino relatando nuevos libros,
como cuadernos del tiempo que en los blancos se redimen.

En otoño, fue el otoño… Cuando tornan las vivencias.

Renombrando con tu nombre, mi propia esencia de hombre.

Y fuiste voz, y sonidos; y la alegría de alma.

Esa, que se configura con sonrisas y esperanzas.

Esa, que late en tu nombre, en Ignacio, de epopeya.

(Mi descendencia, mi sangre)

Tan simple, como el otoño.

Tan simple como un apodo.

Tan inmensa.

Inmenso…

¡Nacho!

Abuelo Poeta, Víctor José Stilp
Piccotte®© 21/03/2012

JOSEFINA (JOSE)

Josefina
— ennoblecida por Dios—

En el viernes de la gloria —cielo y flor en la alegría—
fue noviembre, cual renuevo de tu luz, fina alabanza…

Una invariante en virtudes de las palabras ausentes
—una pluma, en inconsciente de instintivas aventuras—
que gestará entre los pétalos la evocación de tu alma.

Al nacer, entre quimeras «cordobesa» en fantasías,
con madrigales del alma tu sencillez fue jactancia.

Como esas flores del alba que en la tarde se remozan,
resplandeciendo recuerdos y desasiendo memorias.

Liras, enhiestas en bulbos que convierten al verano,
en rojo dislate de rojos y de colores primarios.

Al ser sueño: una utopía ¡Josefina!, en la poética…

Mutaste elipsis en almas, y en sonrisa: ¡Alegorías!

Para elevar las insignias hasta el cielo de las dalias,
donde moran los abuelos en sus sueños, insoñados.

Y si en fábulas naciste bella niña, y hada alada,
donde anida la existencia sabes, que vive la vida.

Porque contiene a los tiempos y a los espacios del alma,
como en verano, las dalias a los colores del cielo.

Y si naciste utopía, en el mes de la epopeya.

—Contenida en los colores de esa luz, que has emanado—

Convertirás a la prosa decantada en canto alado,
libre, entre nubes, izada, y hecha lluvia tras el viento.

Por eso tu nombre invoca de cada flor, una historia.

Impactando en fantasías beatitudes de poetas.

Para que nutran el cuerpo —en tú Córdoba, que es mía—
de la savia que conecta tu génesis, con mi sangre.

De la gloria, flor naciste ¡Josefina de mis sueños!

Tan sublime, excelsa y noble, ¡bella niña!, ¡en la alegría!

De tus padres, un delfín; de la honra, en su linaje,
y del honor que ilumina la sentencia indivisible...

De la gloria, y de tu nombre: ¡Ennoblecido por Dios!

Abuelo poeta:
Víctor José Stilp Piccotte ©
Córdoba, noviembre 02, de 2012.

VÍCTOR JOSÉ STILP PICCOTTE

miércoles, 26 de febrero de 2014

Familia Stilp

FAMILIA

Nacho y Jose

Josefina y Abuela Laura

Abuelos y Nacho